Un Hombre Exitoso

Esta es la historia de un hombre que, como dice el título, es muy exitoso. Pero la historia no trata de él, eso sería aburrido, sino que trata de cómo llego a donde está ahora.
León era una persona más o menos estable, emocional, física y económicamente. Era del tipo de personas que no ríe con facilidad, no suele andar con la cabeza en alza, y aún menos mirar a los ojos. Él era una persona deshonesta que todo lo mentía, fingía o inventaba con tal de lograr su objetivo.
Pero un día León tuvo un problema, se había quedado sin trabajo. Éste no le dejaba mucho capital, aunque le servía para sobrevivir.
Los siguientes días fueron un vaivén, de acá para allá, de entrevista en entrevista, de ciudad en ciudad.
Luego de varios fracasos, decidió ojear el diario, buscando algo que lo ayude a sobrevivir el mes próximo. Al no encontrar nada, se puso a leer la sección de Economía. Lo más interesante que encontró fue algo de un importante empresario muerto, nada que valga la pena.
León, ya resignado, decidió caminar las calles de ese Buenos Aires querido, su ciudad amada.
Iba tranquilamente por la calle, cuando de repente presenció un robo. Un ladrón que le había sacado la cartera a una “abuela” adinerada.
Él no era de los que hacían justicia, pero sintió que esta vez le tocaba hacer algo por su Buenos Aires precioso.
Corrió, corrió y corrió. Por suerte para León, se sabía casi de memoria las calles y callejones, los atajos y la cantidad de gente que transitaba cada tramo de la ciudad.
Cuando dio con el delincuente, se sorprendió, no era otro que su amigo de la infancia, Dimas.
El resto fue algo muy extraño. Entre insultos, bromas y risas, terminaron en el bar más cercano tomando un café. Que ironía. Su viejo amigo sabía de un trabajo.
- ¿Y por qué no vas vos, En vez de andar robando por ahí?
- Porque no me gusta eso de cumplir horarios, yo soy más informal.
- No sé si creerte, pero estoy desesperado. Contame de qué se trata.

Así, Dimas le contó todo a León. Es el día de hoy que los que fueron testigos de esa charla dicen que hablaron de robos, muertes y éxito; aunque yo no les creo.
Era Lunes por la mañana y León tenía todo listo, solo tenía que ir a la hora indicada al lugar indicado. Tenía en su mochila un papel con nombres de personas que no conocía, un número de teléfono y una dirección. También tenía un papel que le había dado su amigo, decía que lo presente como un currículum.
Los siguientes hechos fueron algo confusos. Un subte lleno de gente, una empresa gigante, un hombre de traje al parecer importante, un retrato de la misma persona que había muerto hace unos días y el apellido de su amigo (Algo difícil de pronunciar, con ascendencia alemana, creo.) sonando por todas partes.
Dimas le había dicho de reunirse en el mismo bar que la última vez, ni bien hubiera terminado la entrevista. Así que allí fue.
Su amigo, que parecía un experto en el tema, le había preparado unos resúmenes donde explicaba qué hacer o decir en cada posible problema, o “puesta a prueba” que le hicieran.
Finalmente, decidieron que Dimas iría con él al trabajo, aunque sea los primeros días, después de todo nadie se lo impediría.
Así pasaron los días, las semanas y los años. Con León trabajando en esa empresa, que le dejaba dinero suficiente para sobrevivir dos meses por sueldo y Dimas que se pasaba cada tanto a ver cómo iban las cosas.
Su jefe solía repetirle que le impresionaba que alguien sin estudios supiera tanto del tema, como también lo hacía que siempre dijera la verdad (Nuestro anti-héroe solía ahogar una risita en estos momentos).

Mi conclusión es que los valores, por más importantes que sean, por más abstractos e interesantes que puedan llegar a ser, pueden ser fingidos. Admiro a la gente que lo hace y puede dormir por las noches.
Cito a Groucho Marx, quien resume la historia que acabo de contar en una simple frase:

'El secreto del éxito se encuentra en la sinceridad y la honestidad. Si eres capaz de simular eso, lo tienes hecho.'

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